De Cuadalajara al castillo de Torija pasando por Peña Hueva, con vuelta por el Pico del Águila 13-04-2017

De Cuadalajara al castillo de Torija pasando por Peña Hueva, con vuelta por el Pico del Águila 13-04-2017

DATOS DE LA RUTA


HORA DE SALIDA: 08:27
HORA DE LLEGADA: 12:55
TIEMPO DE PEDALEO: 03:02
TIEMPO TOTAL EMPLEADO: 04:28
DISTANCIA RECORRIDA: 49.2 Kms.
TEMPERATURA MEDIA: 21.7 ºC ( mín.: 10.0 ºC máx.: 33.0 ºC ).
SENTIDO DE REALIZACIÓN: habitual

OBSERVACIONES: Rotura de cadena de Ignacio, pinchazo de Miguel y rotura de radio de Emilio. Emilio y Víctor investigaron una trialera para posteriores rutas, con lo que llegaron un poco más tarde que el resto. La parte final desde Taracena hay que cambiarla pues es peligrosa al ir por carretera.

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ASISTENTES: (8)

 

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Adolfo
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Ángel
caida
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Emilio
caida
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Ignacio Ibarrola
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Javi Sánchez
pinchazo
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Miguel Sánchez
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Rafa García
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Víctor

caídas en la ruta: (0)

pinchazos en la ruta: (1)

averías en la ruta: (2)

Estoy vago, y la idea de crónica que tenía no la puedo llevar adelante, así que voy a fusilar párrafos de El Viaje a la Alcarria para conectar mis patochadas y que sea lo que Dios quiera. Empezando ... La ruta de la patata ya no tiene su forma, pero la motivación es la misma, se recoge perfectamente en el prólogo del Padronés:

"La Alcarria es un hermoso país al que a la gente no le da la gana ir. Yo anduve por él unos días y me gustó. Es muy variado, y menos miel, que la compran los acaparadores, tiene de todo: trigo, patatas, cabras, olivos, tomates y caza." 

Y también podríamos añadir tiene rectas donde la vista se pierde, subidas que guardan y que se comen las fuerzas; bajadas rápidas y cortas, pero a veces lentas y casi siempre sinuosas, y hasta tiene trialeras escondidas a la vista del que no las busca. 

La ruta es como el libro, se dibuja en su inicio teórica solo en la mente del ciclista. Como en realidad decía el Viajero:

"Etapas ni cortas ni largas, es el secreto. Una legua y una hora de descanso, otra legua y otra hora, y así hasta el final. 
Veinte o veinticinco kilómetros al día ya es una buena marcha; es pasarse las mañanas en el camino. 
Después, sobre el terreno, todos estos proyectos son papel mojado y las cosas salen, como pasa siempre, por donde pueden.
Busca unas notas, consulta un cuadernillo, hojea una vieja geografía, extiende sobre la mesa un plano de la región.
—Sí; sin duda alguna, las regiones naturales. Los ríos unen y las montañas separan, es la vieja sabiduría; no hay otra división que valga.
"

Pues parece que no habría tanta diferencia entre escribir los viajes a montañear la bicicleta, ¿no os parece? Bueno, al tajo o no empiezo.

De madrugada salimos de Guadalajara cada uno por su lado y con variaciones sobre la marcha. Entre parques, subidas y algún que otro improperio, salimos de las calles y recuperamos a nuestra única locomotora del dia de hoy, Javi Sánchez, que se preguntaba que a qué estabamos jugando. A la vista de un enorme coloso ciclista dejamos el carril bici y nos metemos entre los prados de Carrataracena. Y ya empieza la ruta propiamente dicha.

La subida a la loma de las Doncellas se hace por las curvas de Peña Hueva, el camino es fácil porque está lleno de eses tiradas bien largas y que atraviesan una maraña de senderos escurridizos, que aun estando nosotros medio dormidos nos piden ser bajados. Son de tomar nota. Llegamos arriba y salimos del pinar, el fresco de la mañana contenía los primeros sudores pero ahora ya seguimos al sol. Reagrupamos y a recorrer el balcón, prados de verde intenso y arcilla descarnada a la diestra contra barrancos hacia el valle a la siniestra. En medio fuimos nosotros ya sea por pistas anchas, por senderos que se balancean, o directamente sobre alfombras de piedras por donde el tractor nos quiso borrar los senderos.

Buscando la bajada a Valdenoches tenemos nuestra primera eventualidad, buscando un sendero que ya fué cicatrizado encontraremos una extraña escultura de macho cabrío que preside un inicio de camino que parecía bajarnos al pueblo. Esta extraña deidad de los caminos no debería ser objeto de burlas y menos de otros tan cabrones como él, el castigo no se hará esperar así que .... un momento que ahora se cuenta.

El camino que como decía no se atrevía a descolgarse más que lo justo, lo recorrimos y al volvernos de vuelta arriba hacia el llano tenemos la primera incidencia. Aquí el diálogo entre la deidad del camino y la bicicleta de Ibarrola:

"—Buenos dias.
—Y calurosos, digo yo.
—Usted ahí va bien.
—Sí, no se va mal. ¿Le importa si le rompo la cadena, si le hace avío?
—Bueno, ¡si usted se empeña!
"

Y aquí es que nos tiramos un rato aunque quizás no fuera tanto, montura patas arriba, tronchacadenas al aire, y sin perjuicio de sufrir 'eslabón rápido' o 'eslabón precoz' ya estará la montura alegre y pidiendo marcha. Más se tardan las manos en limpiarse (yo hablo de ciclismo, ojo). Pero el caso es que de esta guisa nos pasaremos otro ratejo esperando al Alcalde que había seguido por los balcones buscando un sendero impreciso que ya no estaba ahí.  En la espera, otro ciclista -Adolfo- que, como el que suscribe afrentó éste a besos a la deidad del camino, encargará para matar el tiempo con su dedo cargado de averías un pinchazo para Miguel Angel y un radio roto para mí. 

Reagrupados todos bajamos a Valdenoches por pista ancha y rápida con apenas una curva algo más cerrada e intentos de torrentera.  Pero el dedoavería de Adolfo es demoledor, dos bicis que tocara más la mía que fué malmirada: Miguel Angel pinchará en esa bajada su tubeless y esfuerzos le cuesta repararla, e Ibarrola ya tuvo lo suyo y bien reciente, así que la deidad y su dedo de justicia le dejan tranquilo. A mí me la guardará para el final de la ruta.

"Por Valdenoches, los picapedreros parten la piedra. Están negros como tizones y llevan un pañuelo debajo de la gorra para empapar el sudor. 
Trabajan despacio, rendidamente, y se defienden los ojos con un cuadradito de tela metálica, atado con unas cintas a la nuca. 
No levantan la cabeza cuando pasa el carro.
Desde los montes de Sotorija y del Tío Negro, el carro camina entre olmos por una gran avenida.
—Aquí ya se respira, ¿eh?
—Ya lo creo.
—Pues ya es todo el camino igual hasta Torija.
"

Así lo contaba el Viajero, pero hoy dia no hay ya Gran Avenida y los olmos duermen sus sueños polvorientos junto al pueblo; solo los coches, en la autopista a su vera, corren que parece que escapen de sí mismos sin parar a preguntarse si hacen el camino o lo deshacen. La autopista debajo es fácil, larga y tendida en la cuesta; lo que no es extraño pues quiere quitarse los coches de encima lo antes posible.

Reagrupados todos en la subida al Pico Valles llegamos a la siguiente meseta allí donde se extiende el camino de Tórtola, dejamos el valle de Torija y volvemos al altiplano. Campos verdes interminables que se extienden como antes intercalando verdor y arcillas destripadas, ciclamos rápidos el camino que sin embargo no completaremos entero hasta Torija. A menos de media legua se toma un camino interesante, bajamos un poco la ladera del Valle y subimos entre alturas sin que los coches nos molesten bajo la sombra de los pinos hasta el mismo puente de Torija, donde XXXXXX y otros tantos jugamos a los equilibrios en pasajes muy estrechos.

El castillo imponente preside la villa. Indiferente a nosotros, entramos en Torija que, como escribió el Viajero en su momento:

"Torija es un pueblo subido sobre una loma.
 
        Un parador.
        Tres casas.
        Cuatro mulas.
        Cinco damas.
        Seis hidalgos.
        Siete zagalas.
        El camino de Brihuega
        va a la derecha.
        Por el de Zaragoza
        bajan dos mozas.
"

En la plaza ya no están los viejos con pantalón de pana y faja al vientre que contaba el de Padrón, más bien terrazas en la plaza magnífica, algún lugareño y turisteo variado, las flacas y las gordas (todas ellas llevan ruedas) descansamos al solaz de la plaza. La fuente nos da agua fresca y Angel se saca cienes de cosas variadas de un tapper que no sabemos como cabe en la mochila. Comemos y nos volvemos.

La vuelta es rápida, la pista de Tórtola se hace ahora más pesada en su parte de subida, pero es igual de rápida. Quizás mucho pensamiento en cervezas en vez de disfrutar de las encinas y los prados que se acuestan en la meseta. Al pasar el desvío que baja a Tórtola el Alcalde y el que os escribe buscan una bajada que se descubría solo en las fotos de satélite (no creo que Don Camilo tuviera uso de ellas en su momento).

Hicimos un un primer intento de camino que acabó en renuncio causado por mi impaciencia, un cañada que se nos murió en el borde del prado sobre el balcón, y llegamos después sin tener yo demasiada fé a una costura entre dos prados, uno cultivado y otro ya abierto y esperando; separados ellos por unos árboles donde salían risas de ... ¿ niños ?  Recorrimos esta costura hacia el balcón al valle que se suponía nos escondía el camino y hablamos con una familia que allí se tendía bajo la sombra de los árboles. Su respuesta me devolvió de golpe las ganas de bajar fuera como fuera por un camino que ni conocía:

- "Si, si seguís y doblías allí en ese arbusto llegáis al camino que baja, al principio es dificil pero luego se vuelve más fácil."

En general estos caminos que se desploman suelen ser vistos como imposibles por los paisanos, pero estos amigos, posiblemente Valdenoctámbulos ya saben como se mata el tiempo en estos parajes si llevas bicicletas. Apenas unos primeros escalones dan acceso a un enlazado de eses infinitas, bien dibujadas y peraltadas para los viciosos de la curva, se van a desenroscar desde lo alto hasta lo más bajo pero sorpresivamente suaves y sin prisas, sin grandes pendientes ni tampoco tramos planos que nos bajen la excitación. Un auténtico caramelo para los amantes del curveo. Solo el estado realmente seco del terreno y las piedras redondas que la cubrían le daban un punto de tensión. Esta bajada con una pizca de humedad que bien agarre la rueda se podría llevar sin complejo a cualquier bike park que pensemos si de enlazar rápido se trata. Aquí habrá que volver y dibujar una ruta a la altura.

Lamentamos solo haberla hecho solos, pues el resto del grupo hizo la bajada estándar bajo Carravieja y además que tampoco pudiera yo desenfrenarme, porque el dedo de Adolfo esperaba aquí a mí momento para descargar la venganza del Macho Cabrío relatado. Menos mal que en mi caso el de Avila no me llegó a tocar la bici, sino estoy hoy todavía allí quebrado en el final de la última trialera.

El caso fué que un radio de la rueda trasera se rompe por la torsión de las curvas y se enreda en la piñonada causando revuelo por toda la cadena durante el resto de la bajada, y como algunos aquí ya saben, hasta que mi montura no sea bici y cleta separadas ya en dos trozos yo no soy de los que se paran. Esa es la herencia de los que montamos desde pequeños sobre hierros imposibles.

Reparamos de emergencia el radio ya abajo en Valdenoches y continuamos hasta el final hacia Guadalajara pasando por Taracena. El tramo final del camino nos llevaba por este pueblo para evitar rodeos innecesarios, pero la verdad es que el exceso de asfalto y vallas en el camino nos lleva por carretera más de lo que nos gusta, sin poder abandonar los arcenes entramos ya en Guadalajara donde nos juntamos ya al final en los coches con el resto que está cargando sus bicicletas. 

Esta última parte de la ruta hemos de volver a trazarla ahora que ya sabemos que es lo que hay que evitar. Es de reseñar que acabamos con tiempo y Rafa se pudo quedar a las cervezas, eso y que las patatas de la ruta ... mejor guisadas que fritas.

"Pues bien, mis queridos ACC: esto es todo lo que hay. Poco es; pero, en fin, menos da una piedra. Le mando también un video que arranqué de las cunetas; lo tuve todo este tiempo metido en la web y ya está disponible. Yo creo que es ameno".

(escrito por Emilio)


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Comienzo de ruta en Guadalajara


Saliendo de Guadalajara


Saliendo de Guadalajara


Saliendo de Guadalajara


Saliendo de Guadalajara


Saliendo de Guadalajara hacia Peña Hueva


Subida a Peña Hueva


Subida a Peña Hueva


Subida a Peña Hueva


Subida a Peña Hueva


nº fotos/pág.