DATOS DE LA RUTA
HORA DE SALIDA: 08:38
HORA DE LLEGADA: 13:14
TIEMPO DE PEDALEO: 03:36
TIEMPO TOTAL EMPLEADO: 04:36
DISTANCIA RECORRIDA: 42.7 Kms.
SENTIDO DE REALIZACIÓN: habitual
OBSERVACIONES: Tremenda ruta que por el calor iba a ser acortada ... Pero como hizo buen tiempo se sacó de la manga el Alcalde una variante mata ciclistas. Lo más curioso fué la votación variante sí o variante no. Al final los dos desenderados de turno se bajaron por la PR35 añadiendose unidades en la parte final.
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ASISTENTES: (13)
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caídas en la ruta: (0)
pinchazos en la ruta: (2)
averías en la ruta: (0)
PRÓLOGO: Lo dejo. Dimito de mi cargo.
¿Qué cargo? Ninguno, pero todo ha cambiado, ¿a mejor? ¿a peor? No lo sé pero cada vez me necesitan menos estos acc’s. Mejor para ellos y mejor para mí.
Antes se apreciaban las variantes “divertidas”. Ahora se rechazan a priori: “¿para qué c. pones una variante si la ruta está bien así como está?”.
Antes se fiaban de mi criterio. Ahora siempre hay un track o un sendero mejor: “he visto un sendero, por un cortafuegos, con precipicio a ambos lados, que es mejor que el track que has marcado. Creo que deberíamos ir por ahí”.
Antes se oía durante las rutas “¡Víctor cabrón!”. Ahora se enfadan de verdad: “estoy hasta los c. de este tipo de rutas. Esto no es mountain bike.”
Antes era capaz de coger en las subidas largas a los primeros del grupo. Ahora te despistas un segundo y te quedas el último y no hay cojones a coger a ninguno, ni en las subidas ni en las bajadas. ¡La madre que les parió!
Antes mi Trantor era de las mejores bicicletas del grupo. Ahora es una antigualla despreciada por todos. Pero, eso sí, ahí está aguantando lo mismo que las de última generación.
Antes se hacía una votación para decidir el trayecto y se cumplía. Ahora se hace la votación y cada uno se va por donde le viene en gana.
Antes el grupo iba unido por el mismo camino. Ahora los hay que me siguen para hacer una variante improvisada, los que son “track adictos” y se niegan a salirse de él y los que, en su obsesión por las piedras y alergia a las pistas, deciden investigar sobre el terreno, llevándose a algún incauto con ellos.
Antes, si había un pinchazo, se cambiaba la cámara y ya está. Ahora llevamos todos cámaras anti-pinchazos (hasta mi Trantor lleva) y/o “tubeless”, teniendo que parar varias veces por un único pinchazo.
CAPÍTULO 1: Siempre hay que esperar por los mismos
Llego con Adolfo, justo a tiempo, al punto de reunión en Club de Campo. Están todos menos Javi Sánchez y Goyo, que no suelen retrasarse, ¿o últimamente sí? Al cabo de un rato aparece "Zipi" Sánchez muy preocupado, "Goyo no aparece y se ha tenido que levantar pues ha puesto un whatsapp hace un rato”. Ya os imagináis los comentarios de todos dando la solución al enigma: “le ha dado un apretón, seguro”. Solución incorrecta, al poco, aparece el "Colosal" Goyo explicando que había mirado mal la hora en la web y que pensaba que habíamos quedado diez minutos más tarde. Luego soy yo el que está mayor.
Con todos ya tranquilos y, aunque tarde, salimos hacia el lugar de comienzo de nuestro recorrido. Un lugar casi nuevo, poco utilizado en nuestras rutas. Sí, ese, Rascafría.
Llegada a Rascafría. Esta vez sólo 13 ciclistas para comenzar la ruta. Se les ve relajados a pesar de ser un poco tarde. Como siempre tendo que pegar un par de voces para que se pongan en marcha. ¿A qué hemos venido aquí, a charlar o a montar en bicicleta?
CAPÍTULO 2: ¿Esto cuenta o no cuenta como pinchazo?
Hemos comenzado, sin que sirva de precedente, en llano hasta el Paular, para ir subiendo la pendiente poco a poco hacia el Cerro del Diablo. Punto éste donde sale el sendero-trialera que solemos hacer en esta ruta. Pero hoy toca hacerla en sentido contrario.
Voy hablando con Goyo… ¿o va hablando él? Me estaba contando sus aventuras de cómo alquiló una bicicleta en Almería, lo bien que le habían tratado y lo barato que le había salido (los detalles se los preguntáis a él que seguro os lo cuenta gustoso), cuando suelta una frase que no viene a cuento con el relato: “creo que voy pinchado”.
Saca su nueva bomba con “racor” y a hinchar la rueda a ver si el líquido hace su efecto. Poco más adelante a inflar otra vez. José Luis y yo nos quedamos ayudándole, moralmente, porque poco hicimos en su beneficio más que insinuar que ya debería contar como pinchazo. Llegamos a la bifurcación que indica que ahora vienen las cuestas de verdad y otra vez la rueda en el suelo. Esta vez se decide cambiar la cámara. “¿Pero de dónde has sacado esa cámara, de la bici de tu hijo?”. A hostias ponemos una cámara de 26" en su rueda de 29".
Con las tres paradas, el grupo se nos ha escapado y hace tiempo que nos esperan. Nos reagrupamos en el cruce de pistas inmediatamente antes del puerto de las Calderuelas.
CAPÍTULO 3: El descontrol
Pasamos por Calderuelas y llegamos a la cima de la ruta, Las Poyatas, que así se llama (cada uno que piense lo que quiera). Propongo dos opciones:
1. Hacer una variante improvisada por un cortafuegos y después subir al chozo.
2. No bajar al chozo y bajar directamente a Rascafría.
Votación: opción 1, levantan el brazo 5 ciclistas; opción 2, sólo yo apoyo esta opción.
De repente, unos se van por un lado y otros por el contrario. Se producen gritos, pero nadie hace caso. Resumen, unos por la variante y el resto deciden seguir el “track” marcado, que no era ninguna de las opciones votadas. El grupo dividido, he perdido el control. ¿Por dónde voy? Decido hacer la variante, que para eso la he propuesto.
CAPÍTULO 4: El “putadón”
La variante improvisada comienza con una bajada larga por un camino muy roto que termina en un cortafuegos. Lo bajamos y desembocamos en una pista en buen estado.
Pinchazo. Hay que reparar la rueda delantera de la bicicleta de José Luis. Teniendo en cuenta los “bichos” que me han acompañado en la variante y mi estado lamentable hoy, decido no esperar a la reparación y comenzar la subida hacia el chozo.
La subida es más dura de lo esperado. La pista es buena pero tiene mucha pendiente y cantidad de piedra suelta. Poco más de 2 kilómetros que se nos hacen interminables. A estos incautos les he hecho la gran putada.
Llegamos al chozo y allí nos está esperando el resto del grupo. Volvemos a estar todos.
CAPÍTULO 5: Los “pedreros”
Subida al puerto de Malagosto, pasamos de nuevo por Las Poyatas y hacia Calderuelas. De repente, dos de los amantes de las piedras, Emilio y el Sr. de la Luz se desvían ya que, las piedras que hay bajando Calderuelas, les parecen pocas. “Cipotensos” se van en busca de un cortafuegos. Los demás bajamos por la pista marcada.
Nos volvemos a encontrar con los “pedreros” a los que se unen “Aberroncho” Iglesias y “Zape” Adolfo. Voy bajando detrás de ellos cuatro por la pista. Voy deprisa pues no me sacan mucha distancia. De repente frenazo en seco, casi me los trago. No me puedo contener: “¡la madre que os parió! ¡estoy hasta los c. de los putos “pedreros”!
Estaban buscando un nuevo sendero, liderados por “Radicalemilius” y su Orux-mapa.
EPÍLOGO: Barritas energéticas bajas en gilipollez
Llegamos a Rascafría para acabar, como siempre, degustando los torreznos del chiringuito de siempre, con las críticas de siempre a la dieta mediterránea post-ruta (y eso que no estaba Hugo) y, como siempre, brindamos por las cosas de montar.
No quiero cerrar esta crónica sin agradecer a todos su aportación al grupo. Todo ha cambiado, es cierto, pero a mejor. Las críticas aportan muchas veces cordura para decidir. Las nuevas propuestas de ruta o de variantes y las investigaciones emilianas y de algunos otros, van mejorando los recorridos. La tecnología hace que tengamos más controlado el desarrollo y la duración de nuestras rutas. El hecho de que el grupo se divida no es malo, sino bueno, pues permite que el grupo disponga de esa libertad, necesaria para que las cosas evolucionen A MEJOR.
Todos sois importantes e imprescindibles. El único que he cambiado a peor soy yo mismo. Cada vez estoy más gruñón. No sé si será la edad o la época de mi vida por la que estoy pasando. En cualquier caso, por favor, perdonadme y no me lo tengáis en cuenta. Desde aquí os envío a todos mi cariño y mi agradecimiento por estos maravillosos domingos de mtb.
¡Os quiero con locura! 
(sin mariconadas)
(escrito por Víctor)
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