Del Tiemblo a Casillas por el Castañar y vuelta por el puerto de Casillas, el Valle de Iruelas, el embalse del Burguillo y el Charco del Cura 22-10-2023

Del Tiemblo a Casillas por el Castañar y vuelta por el puerto de Casillas, el Valle de Iruelas, el embalse del Burguillo y el Charco del Cura 22-10-2023

DATOS DE LA RUTA


HORA DE SALIDA: 08:45
HORA DE LLEGADA: 13:22
TIEMPO DE PEDALEO: 03:57
TIEMPO TOTAL EMPLEADO: 04:37
DISTANCIA RECORRIDA: 45.7 Kms.
TEMPERATURA MEDIA: 10.2 ºC ( mín.: 7.3 ºC máx.: 21.2 ºC ).
SENTIDO DE REALIZACIÓN: habitual

OBSERVACIONES: Ruta dura, con paisajes espectaculares, que hacía tiempo que no hacíamos. Emilio, con su eléctrica, nos abandonó en el puerto de Casillas para dirigirse al Pozo de la Nieve y a Cabeza de la Parra para bajar directamente al embalse, acabando la ruta bastante más tarde que el resto del grupo. Juan tuvo que hinchar su rueda trasera cuando estábamos terminando la ruta.

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ASISTENTES: (10)

 

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Adolfo
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Alejandro Benito
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Ángel
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Carlos Moreno
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Emilio
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Fredy
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Juan
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Juan Pablo
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Nico Hojadelata
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Víctor

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¡Qué bonito el otoño! Esta estación te regala los sentidos tanto como lo hace la primavera.  Las temperaturas moderadas y las lluvias provocan todos los años una eclosión de frutos y colores. La campiña y los bosques recobran su verdor sobre el que se dibujan diferentes paletas de amarillos, rojos y ocres de las hojas que inician su particular canto de cisne anticipando la llegada del frío. Uvas, higos, membrillos y todo tipo de frutos secos completan el regalo para las papilas gustativas ¡Toma Castaña!

Sin duda, una estación rica en sensaciones. Y de eso va la ruta, de percibir y de disfrutar de las diferentes sensaciones.

Aún despuntando el día, iniciamos los diez la ruta, mejor dicho, los nueve, porque Nicolás Hojadelata ha decidido ser el primero en recolectar las primeras sensaciones no sea que venga el resto y se las apropie todas.  

Nada más llegar a los arrabales del pueblo, pasamos la caseta, aún cerrada, esa que han puesto para cobrarte cada castaña que recoges y tomamos una pista hormigonada que discurre entre huertas jalonadas de higueras y viñedos.  Unos miramos a ver si quedan higos, otros admiran el amarillo pastel de las pámpanas y, Adolfo, mira las viñas y dice: “De ahí sale el vino pitarra”. Iniciando la ascensión, cada cual se motiva con sus propias sensaciones, al fin y al cabo, la jornada tiene dos puertos y aún queda todo por subir.

Tras las primeras suaves rampas nos alejamos del pueblo y las huertas van poco a poco siendo sustituidas por el monte de pino rodeno, ese que arde bien en lo crudo del verano. Años ha algún hijo de puta quemó muchos de ellos buscando no sé qué tipo de sensaciones. 

Las rampas empiezan a endurecerse y, sin darnos cuenta, el hormigón es sustituido por una pista forestal semi empedrada. No son rampas muy cañeras, pero ya no sentimos frío.  Todavía se puede conversar mientras pedaleamos.  Me junto con Emilio que sube con su estilo PRO y me intereso por su Garmin ¡Qué tío! No solo es un virtuoso en las bajadas, de mapas y GPS es una auténtica enciclopedia.  Estoy pensando en tecnificarme y me alegra escuchar que hacerme con un buen equipo no es tan caro como pensaba.  Emilio con la charleta consigue que la cuesta se me haga mucho más llevadera, por lo que veo, el bolsillo también es fuente de sensaciones. Emilio, crack, reorienta tu carrera personal y hazte coach tecnológico, te forrarás.

Un poco por detrás se escucha RadiOLÉ.   Alguien sube pedaleando y cantando: “…voy a hacerte emperatriz de Lavapiés…”  ¿Quién será? Miro detrás y veo a Alejandro, quien si no.  Según parece, no tiene suficiente con la cuesta y se motiva recreando viejas sensaciones. Finalmente, otros se animan y le siguen a capela … esto parece primavera.

Tras un largo rato de subida constante, finalmente llegamos al parking del castañar.  El olor a humedad, la umbría y el precioso verde intenso del bosque y del musgo nos dan la bienvenida. Bueno también nos recibe una señorita morena un puntito rechoncheta y más cercana que yo de cumplir los 18 (lustros). No es una bienvenida convencional, no son sólo palabras, el lenguaje no verbal también cuenta, así que, desde que nos ve de lejos, no para de negar con la mano y la cabeza. Cuando entiende que ya la oímos, nos dice: “No se puede pasar con la bici.  En días festivos no está permitido, se ha decidido en junta.”

Nuestra contrariedad es evidente, pareciera que nuestras vidas enteras acababan de perder su sentido.

“Pero señora, si solo es un pequeño tramo. Nosotros vamos a Casillas y no nos es posible ir por otro lado…” Dice el alcalde. Se entabla una intensa negociación y parece que la podemos convencer. Sin embargo, tuerce el gesto y nos dice: “Otros me dijeron que les daba igual, que pasarían de cualquier modo…” “No, no, no, no, nosotros no somos así” dice otro del grupo con un tono afectado y muy educado… Por fin parece que va a dar su brazo a torcer, pero salta Adolfo: “Señora, ¿No ve cómo vamos todos vestidos de la misma forma? En realidad, solo somos uno, lo que pasa es que ese uno se mueve mucho… efecto visual, sin duda…”  Le falta decir que por algo estamos en El Tiemblo…  Adolfo, macho, debes trabajar la inteligencia emocional, ahora hay cursillos de fin de semana. Te serán de más provecho que unos ejercicios espirituales.

Es lo mismo que cuando le digo a mi mujer que no me espere levantada, que llegaré tarde. A la señora de repente se le contrae el rictus y vienen unos momentos de duda y de zozobra que algunos, entre ellos el alcalde, aprovechan para bajarse de la bici y tirar “palante” sin atender a más explicaciones.  Otros, menos decididos o quizás con menos mili, nos quedamos allí a ver qué pasa. La señora sigue argumentando, pero ya se le ha descarriado la mitad del rebaño y ya no puede rehacerse.  Es de este modo que nuestras vidas recobran su sentido retomando la ruta, eso sí, caminando, pero ya por dentro del precioso castañar.

Finalmente, empujamos la bici por espacio de unos 300 metros, pero no nos importa porque disfrutamos de los castaños.  El suelo está tapizado de castañas, la mayoría en su funda y alguien pregunta: ¿Cómo se llama la funda de las castañas? Emilio, que ha debido leer mucho el renacimiento, dice: “Son cojoncillos” ¡JODER EMILIO! Con lo que me gustaban las castañas…

Al final de una cuesta llegamos a la zona del “abuelo”.  Hay dudas, pero algunos deciden montar en la bici y finalmente bajamos todos subidos hasta el imponente castaño centenario para hacernos la foto ¡Qué chulada de castaño!

Tras la foto continuamos subiendo por el castañar y poco a poco van apareciendo los robles de porte también imponente, entre los que vemos otros dos castaños centenarios.  Por fin llegamos a una bifurcación y no sabemos qué camino seguir, si bien, escojamos uno u otro hay que afrontar una enorme pendiente llena de piedras sueltas que complican mucho la subida. Lo intentamos, pero las piedras nos desmontan, así que no queda otra que empujar la burra.

Terminamos por coronar y, en un pequeño collado, mientras nos reagrupamos, algunos quieren comer.  El Alcalde dice que allí hace mucho frío y que es mejor bajar al pueblo de Casillas. Hay un pequeño conato de motín, pero el alcalde es mucho alcalde y finalmente impone su criterio. 

Para bajar a Casillas debemos pedalear por una pista de muy poca pendiente con algunos tramos de barro y charcos que ocupan todo el ancho de la pista. En uno de ellos nos paramos valorando por donde es mejor pasar y, yo, que voy de los primeros, hago gala una vez más de que me falta mucha mili.  Aunque me hice hombre en el Regimiento de Pontoneros, parece que no aprendí eso de que “ni seas el primero, ni seas el último”, me decido a pasar y a mitad del charco la bici se hunde hasta los piñones y me mojo el pie izquierdo al completo ¡Joderrr!

La bajada al pueblo es rápida y fácil, pero con el frío húmedo reinante llego al pueblo con el pie adormecido.

Paramos junto a un arroyo que atraviesa el pueblo, aunque Alejandro dice que con su otro grupo suelen parar en un bar cercano para desayunar como Dios quiere y manda. Tal vez incluso echen una partida de dominó, cada cual en busca de sus sensaciones motivadoras.

Entre las coñitas habituales, cada uno come lo que lleva y, mientras, otros recolectan castañas, entre ellos Juan, que se emplea con mucho interés.

Emilio dice que él no ha ido hasta allí para hacer pista, quiere sensaciones fuertes, así que se despide y se va por su cuenta para bajar por no sé qué trocha de jabalíes.

Continuamos y llegamos a una calle con una rampa muy pronunciada (del 25% pone en una señal) que afortunadamente bajamos. Al momento sale un paisano de su casa y nos dice: ¡Esa cuesta hay que subirla y no bajarla!  Le faltó llamarnos Maribikers como habría dicho David Verdes de haber venido a la ruta. David, ánimo, ya queda menos.

Seguimos por las calles del pueblo y nos paramos en la confluencia de varias calles (no es el cruce Shibuya de Tokio precisamente) a esperar a Juan que se ha entretenido para comprarle unas castañas a su mujer ¡Qué habrás hecho Juan! Ya te dije que es mejor cenar dos veces que andar dando explicaciones… En fin, le toca penitencia para purgar los pecados, así que se decide y añade un kilo a su mochila para afrontar los siete kilómetros de rampas del puerto. Ya te enseñaré más canciones piadosas para poder sobrellevar estos trances, Juan. Muy pronto, con las primeras rampas, constatamos que en otoño también hay lugar para malas sensaciones. Juan, amigo, eres un verdadero disciplinante, espero que como mínimo alcances el purgatorio.

Freddy y Ángel toman la delantera y suben rápidamente. A rueda Alejandro, que debió ganar pronto la partida de dominó, y, tras él, Hojadelata con su ritmo constante. Alguno le dedica un halago: Nicolás, tú engañas, estás muy fuerte.

Por fin coronamos el puerto y desde el collado tenemos tiempo de departir con otros ciclistas y de admirar el paisaje mientras esperamos a Juan ¿Tantos eran sus pecados?

Retomamos la ruta y bajamos por una pista forestal todos contentos porque ya no hay más cuestas. Al poco la pista forestal se convierte en una pista de asfalto que está en muy mal estado, tanto que resulta peligroso.  Hay multitud de piedras sueltas y socavones por todas partes (nidos de gallina los llaman los del tour en Francia).  Me pego a la rueda de Juanpa que baja con cuidado y elegante como suele.

Decidimos parar en el puente del río Iruelas. El paraje es muy bonito y bien lo merece, además hay que reagruparse. Retomamos la ruta y Adolfo toma la delantera, le seguimos todos junto al pantano del Burguillo.  Realizamos una última parada en la presa del Charco del Cura para reagrupamos y enfilar el sendero que resulta ser técnico, pero poco exigente. Tan solo hay un estrecho que nos hace desmontar para poder pasar, tal es su angostura. De esta forma terminamos la ruta pedaleando por un divertidísimo sendero y con excelentes sensaciones.

Por fin llegan las deseadas cañas entre los nueve que finalizamos. Emilio, sin embargo, sigue desbrozando el monte por su lado más abrupto.

Ya de regreso a Madrid, paro a echar gasolina y decido lavar la bici. La dejo toda reluciente y continúo el viaje hasta llegar a Madrid. Entonces caigo en la cuenta… ¡Maldición! ¡Mi bidón! 

Buf, ese bidón me lo regaló mi mujer…crying ¡Qué marrón!

Tal vez yo también debía haber comprado castañas … Algún pecado habré cometido, no sé, no lo recuerdo… Tal vez me viene de cuando yo era joven y me presentaba a las chicas como un gran proveedor de sensaciones... 

(escrito por Carlos Moreno)


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El Tiemblo, inicio de ruta


El Tiemblo, inicio de ruta


Camino de la Artezuela, saliendo de El Tiemblo


La Artezuela


La Artezuela


La Artezuela


La Artezuela


La Artezuela


La Artezuela



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