DATOS DE LA RUTA

HORA DE SALIDA: 09:05
HORA DE LLEGADA: 12:45
TIEMPO DE PEDALEO: 03:08
TIEMPO TOTAL EMPLEADO: 03:40
DISTANCIA RECORRIDA: 32.5 Kms.
TEMPERATURA MEDIA: 18.5 ºC ( mín.: 11.4 ºC máx.: 26.2 ºC ).
SENTIDO DE REALIZACIÓN: habitual

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ASISTENTES: (4)

Adolfo Javi Ignacio Juan Víctor

caídas en la ruta: (0)

pinchazos en la ruta: (0)

averías en la ruta: (0)

 Poca asistencia, sólo 4 ciclistas apuntados, a esta espectacular ruta que repetíamos por ser una de las mejor valoradas la temporada pasada. Y es que se han juntado varios factores. Por un lado, es Domingo de Ramos, comienzo de la Semana Santa, y en Cuenca se celebra por todo lo alto. Por otro lado, algunos de los más habituales acabamos de volver de las tierras extremeñas de Hervás, después de 3 días fuera de casa para disfrutar de dos bonitas rutas con el grupo MTBJ.

Claramente la fecha planificada para esta ruta no ha sido la más adecuada para una mayor asistencia y tampoco para comer en un buen sitio después de la ruta. No conseguimos, en toda la ciudad de Cuenca, reservar en ningún restaurante, estaban todos llenos. Menos mal que,  gracias a la persistencia de Juan, se consiguió reservar en un bar cercano al origen de nuestra ruta.

Cuatro éramos los apuntados a la ruta y a la comida hasta que, el mismo sábado por la noche víspera del evento, Rafita se registra en el blog y avisa de que irá acompañado de su novia a la ruta y a la comida. No será porque no se avisó en varias ocasiones que había que cerrar la reserva cuanto antes. En fin, en lugar de 4 seremos 6, no creo que haya problemas.

Al ser tan largo el trayecto, nos organizamos para salir de Club de Campo con sólo dos coches: la furgoneta de Adolfo con dos ocupantes (Adolfo y yo mismo) y tres bicicletas (las nuestras y la de Juan); y el coche de Javi Ignacio, donde irían él mismo y Juan. Puntualmente estábamos en la entrada de la urbanización y puntualmente salimos hacia el punto de origen de nuestra ruta: Cuenca.

Esta vez hicimos el viaje los dos coches juntos y sin incidencias, llegando a la hora prevista al aparcamiento del restaurante Recreo Peral, donde otras veces solemos quedarnos a comer, muy bien por cierto.

Nos extrañó que no estuviera ya Rafita, que eso sí, suele ser bastante puntual. Mientras aparecía o no, nos fuimos preparando y se hicieron las 9, hora prevista de comienzo. No había ningún mensaje en el whatsapp por lo que decidimos llamarle por teléfono, sin que se nos ocurriera a ninguno consultar el blog. Adolfo le llama por teléfono y le confirma que han decidido no venir pues su chica (así la llama él) tiene una pequeña lesión, que lo ha escrito en el blog. Volvemos a ser cuatro.

Nos ponemos en marcha, primero por las calles de Cuenca, con bastante frío, después subimos al puente que está junto al Parador Nacional para hacemos la foto de rigor, esta vez tras unas letras, que han puesto nuevas, donde se lee “Cuenca”.

Muy poco más adelante comienzan los senderos del río Huécar, espectaculares, aunque ya perfectamente conocidos por los que hemos tenido el placer de hacer esta ruta varias veces. Senderos conocidos, como digo, pero no tanto, pues el que escribe esta crónica esta vez se fue por un tramo equivocado aunque luego se unía al recorrido marcado. Qué raro, los que se suelen equivocar esta vez van por el camino correcto y yo que soy el “vigilante del track” me equivoco. El mundo al revés.

Recorrimos los senderos de nuestra ruta, pasamos por las dos poblaciones de siempre: Molinos de Papel y Palomera, cruzamos varias veces el río y visitamos cascadas en las que no habíamos reparado otras veces. Y es que el Huécar bajaba con más agua que nunca. Agua cristalina que nos hizo a todos recordar los increíbles paisajes de cuando estuvimos recorriendo la zona del Alto Tajo.

Esta vez se había añadido una pequeña extensión en la ruta: remontar un poco más el río hasta la pista, justo antes de coger los caminos y senderos de vuelta. Con esta pequeña variante, evitamos un tramo de “pateo” y nos acercamos algo más al Nacimiento del Río Huécar que se declaró espacio protegido hace pocos años y donde intentaremos llegar, si es que se puede, en nuestra próxima visita ciclista a Cuenca.

Recorremos los senderos por la otra parte de la Hoz, sin ninguna incidencia y parando a comer donde siempre. El colorido es esta vez más espectacular, si cabe. Salimos del cañón empujando las bicicletas por las “zetas” hasta llegar al mirador con unas vistas inmejorables de la ciudad. Cruzamos la carretera y afrontamos la subida por la pista del Cerro San Cristóbal, para después bajar por la trialera hacia la Hoz del Júcar.

La trialera mencionada nos pareció más fácil que la última vez a la par que divertida. En el tramo final de la ruta, junto al río Júcar, había más turistas de lo habitual pero se hizo sin mayores problemas, llegando a los coches en tiempo récord y sin incidencias.

Era tan temprano que, viendo que había mesas en la terraza del restaurante, decidimos tomarnos un aperitivo en el Recreo Peral. Se estaba “más agusto que en brazos” (Leo Harlem) y nos hubiéramos quedado allí a comer, pero ya que teníamos la reserva en el otro bar, decidimos acercarnos a pie, no sin antes haber degustado un ajoarriero del lugar.

El sitio reservado era el Bar Cafetería San Antón cuya terraza, en plena calle, estaba llena hasta la bandera. A pesar de la reserva nos hicieron esperar un poco. El bar era, como digo yo, “de todo trote”, es decir, el típico “bareto” de raciones para el público general, pero es el único sitio en el que conseguimos reserva. Enseguida nos sirvieron la bebida, agua esta vez para todos, debido a las dos cervezas que ya nos habíamos tomado. Todo normal hasta ahora.

Después de esperar casi una hora a que nos sirvieran las raciones que habíamos pedido, tuvo que levantarse Juan a reclamar. No sabemos si se les había olvidado o si coincidió que ya nos tocaba, el caso es que nos trajeron todos los platos casi a la vez. En mi opinión, la comida era normalita (no esperábamos más) excepto el morteruelo que nos gustó mucho a todos.

Acordamos no dejar propina por la espera en servirnos y nos volvimos paseando al restaurante Recreo Peral, donde habíamos dejado nuestros vehículos. Como no habíamos tomado postre ni café, se nos ocurrió hacerlo en dicho restaurante, degustando una colosal torrija por barba (o por bigote), que para eso estamos en Semana Santa.

Ya saciados del todo con el postre de la semana de pasión, volvimos a Club de Campo, donde Juan había dejado aparcado su coche. Le devolvimos su bicicleta, saludos, abrazos y para casa que son casi las 6 y media de la tarde.

En resumen, un día espectacular de bicicleta con unos pocos muy bien elegidos. Los que no hayan venido que se lo pasen bien en donde quiera que estén. Un placer.

(escrito por Víctor)