Vuelta por el Monasterio de Piedra y el Barranco de la Hoz Seca, desde Ibdes, pasando por Calmarza y Jaraba 09-11-2024

Vuelta por el Monasterio de Piedra y el Barranco de la Hoz Seca, desde Ibdes, pasando por Calmarza y Jaraba 09-11-2024

DATOS DE LA RUTA


HORA DE SALIDA: 10:05
HORA DE LLEGADA: 16:17
TIEMPO DE PEDALEO: 04:12
TIEMPO TOTAL EMPLEADO: 06:12
DISTANCIA RECORRIDA: 45.4 Kms.
TEMPERATURA MEDIA: 16.0 ºC ( mín.: 12.2 ºC máx.: 23.7 ºC ).
SENTIDO DE REALIZACIÓN: habitual

OBSERVACIONES: No se pudo hacer el tramo de ida y vuelta a la central hidroeléctrica junto al Monasterio de Piedra, pues según el guadia del parque no era transitable por estar encharcado (no nos dejó pasar). Tampoco pudimos hacer el sendero de vuelta de Calmarza porque la riada de la última DANA ha borrado parte de dicho sendero, haciendo imposible pasar. Rotura de la patilla del cambio de Alejandro, que a pesar de poner una de repuesto no funcionaba bien (se tuvo que volver por la carretera desde Jaraba, acompañado de Hojadelata y Roberto).

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ASISTENTES: (12)

 

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Adolfo
caida
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Alejandro Benito
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Carlos Gimeno
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Carlos Moreno
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Javi Ignacio
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Joaquín Moya
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Juan
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Juan Pablo
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Miguel Sánchez
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Nico Hojadelata
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Roberto Perdido
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Víctor

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pinchazos en la ruta: (0)

averías en la ruta: (1)

Una maldita infección en una muela me tuvo con la duda de si podría ir a la ruta hasta última hora. Afortunadamente, el antibiótico hizo su efecto y el mismo viernes me decidí a apuntarme, aunque no estaba totalmente recuperado. Aposté, eso sí, por ser conservador aprovechando que estaba “de Rodríguez” y preferí reservar una noche más de hotel para evitar el madrugón y así hacer después la ruta en mejores condiciones. 

Creo que acerté, si bien, una pareja en la habitación contigua, totalmente abstraída del universo exterior y muy centrada en lo suyo, se empleó a fondo propagando sus sonidos a través de los muros, que, según constaté, proporcionaban un eficaz puente acústico. Por fin, un prolongado gemido indoloro dio fin al festival, aunque me dejó cierta preocupación por si la cosa se prolongaba a lo largo de la noche.  

Afortunadamente, este festival no era el de Eurovisión y no se oía eso de “Royaume Uni, dix points”, así que, terminó pronto.  Cuestión de eliminar la votación, aunque yo les habría dado un 12, excelente performance.

Dormí bien, desayuné, descomí e hice mis abluciones para purificar mi cuerpo para la ruta, así que el día comenzaba muy bien. 

Calatayud de Ibdes está cerca, pero induce a engaño la distancia porque la carretera es sinuosa y estrecha, aunque, en esta época del año resulta preciosa.  El relieve ondulado y el ligero ascenso entre la bruma por el valle y con las laderas jalonadas de árboles frutales y viñedos con pámpanas de diferentes tonos de ocres, rojos y amarillos según la variedad de la uva era un verdadero regalo para la vista. La llegada a Ibdes se realiza contorneando el pantano de la Tranquera desde Nuévalos ofreciendo igualmente bellísimas estampas de una templada mañana otoñal.

Finalmente nos apuntamos 12 a la ruta del sábado. 12 es un número cabalístico con significados secretos y asociado a la perfección absoluta. Hubo 12 apóstoles, fueron 12 los dioses del Olimpo, 12 las tribus de Israel, 12 son los meses del año, 12 las horas del día y 12 las de la noche. 12 son también los símbolos del zodiaco y 12 funciones tiene el teclado de tu ordenador. La bandera de la Unión Europea contiene 12 estrellas formando un círculo que simboliza la perfección, la unión y la armonía de todos y cada uno de los miembros, así como la igualdad entre los 12 países. Exactamente igual que nuestro grupo de bikers…

Todo en perfecto estado de revista. para disfrutar una vez más de una de nuestras rutas.

Nos juntamos los 12 en el punto de partida a la hora prevista en una pequeña explanada junto al salto de la Paradera.  El río mesa baja muy caudaloso y el agua remansada en la pequeña presa la desborda con mucho brío creando una ruidosa cascada.  El sitio es pintoresco así que dedicamos unos instantes para tomar algunas fotos antes de iniciar la ruta.

Previamente saludé con mucho gusto a los compañeros que, por unas cosas o por otras, llevaba más de un mes sin ver.  Uno de ellos el alcalde quien, con su habitual sonrisa sardónica, me entoliga la crónica del día ¡Vaya hombre! Menuda bienvenida. Me quejo un poco y sale en mi ayuda Adolfo diciendo que Víctor es la persona que más rutas ha hecho de todo el grupo.  Entonces sugiero que la rotación para escribir las crónicas no está bien, que no es justo que los que venimos poco hagamos más crónicas y que se debería escribir una crónica por cada tres rutas realizadas.  El alcalde acomete como un Miura y me conjuga el verbo chupar en modo imperativo, con su artículo femenino correspondiente, en segunda persona de singular y en reflexivo ¡Se acabó la discusión y la perfección del 12 con toda su armonía! ¡Hala a pedalear!

Partimos de una altitud de unos 720 metros e iniciamos la subida por un camino que asciende por la ladera de uno de los múltiples barrancos de la comarca.  El terreno es arcilloso, pero no muy compacto, hay algunos cantos rodados que lo hacen inestable.  También hay algunas corrientes que seguramente se han formado con el reciente paso de la DANA, de hecho, me resbala la rueda por uno de estos huecos y casi me caigo y, de paso le doy un susto a Javi Ignacio que pedalea a mi lado.  Poca cosa. 

Seguimos ascendiendo y coronamos el cerro a unos 800 metros de altitud.  Se invierte la pendiente y descendemos por la ladera por un pequeño sendero que discurre entre pequeñas sabinas, chaparros, retamas, tomillos y romeros. Es un sendero con muchas piedras sueltas que en algún punto nos obligan a desmontar. 

Rápidamente llegamos al fondo del valle y nos encontramos pedaleando por una explanada con secuelas evidentes de una reciente inundación. El suelo, repleto de charcos y obstáculos está cubierto por un lecho de hojas amarillas de diversas tonalidades.  Las hojas engañan porque dan la sensación de planeidad y, sin embargo, esconden grandes zonas encharcadas, palos, piedras y hasta algún pequeño regato.

Tras resolver las dudas de por donde es mejor continuar, cruzamos el río Piedra por un puente junto a una caseta donde existe un testigo de nivel.  En ese punto, la profundidad es de unos 50 cm. ¡Quien lo diría! La fuerza de la corriente es potente y el agua color chocolate claro no permite ver el fondo. Hace algunos días con la DANA debió superar los 2 metros. Tomamos alguna que otra foto mientras nos reagrupamos y subimos por una pista que asciende desde los 710 hasta los 796 metros donde está la picota que da la entrada al monasterio de Piedra.  Le damos la espalda y nos paramos para admirar el colorido del valle a nuestros pies si reparar en que en esa picota debieron exponer la cabeza de algún ajusticiado en otros tiempos de estrechez para las sandeces.

Continuamos por la explanada y pedaleamos muy despacio pasando por la puerta de la torre albarrana y admirando los edificios del monasterio.  Observando los relieves, Carlos Gimeno nos recita el juramento de los reyes de Aragón: “Nos, que somos tanto como vos y todos juntos valemos más que vos, os hacemos rey de Aragón, si juráis los fueros y si no, no.

El relato de un jardinero acerca de los destrozos provocados por la reciente DANA nos trae al presente.  Según cuenta, la riada ha destrozado puentes y muros por igual dejando el recinto del Monasterio de Piedra muy maltrecho. Dice que harán falta al menos tres meses de trabajo intenso para que recupere el aspecto anterior.

Aprovechamos para reagrupamos en la carretera y continuamos bordeando el monasterio.  Descendemos hasta el río con la intención de visitar una cascada, pero un guarda forestal nos disuade de continuar porque está todo inundado y lleno de ramas y desechos por la riada ¿Será así o prefiere que no continuemos por allí por otro motivo?

Seguimos subiendo por la carretera para pararnos en el mirador del lago del espejo donde admiramos la hoz del Piedra, un tajo vertical que hiende la roca viva y que deja a la vista sus tonos rojizos contrastando con los colores otoñales del soto que crece junto al río.  Algunos aprovechamos para hacernos varias fotos.

Solo queda un pequeño tramo de carretera por la que pedaleamos hasta que cogemos una pista a la derecha en la que iniciamos un constante ascenso por unos caminos que nos hacen ganar altura hasta los 875 m.  Casi de inmediato los sotos desaparecen y pedaleamos entre campos de almendros y tierras de labor.  A esta altitud y sin la protección de los valles frente a los vientos no es posible el cultivo de árboles frutales.

Son tierras inhóspitas sin más casas que las de antaño dedicadas a los trabajos agrícolas de verano y a los apriscos, hoy todas sin techumbre y medio hundidas. Tan solo vemos a un grupo de agricultores que vuelven cargados de leña y a un tractor con sus labores de siembra.

Seguimos ascendiendo y, a partir de los 950 m, se nos presenta el páramo en el que solo crecen coscojas, sabinas y algunos tomillos. En breve alcanzamos los 1029 metros de altitud. Un cierzo leve se hace notar y baja la temperatura varios grados. En lo crudo del invierno todo debe empequeñecerse por estos parajes.

Conozco pocas zonas en las que en tan pocos kilómetros de distancia existan hasta tres hábitats diferentes.  El fondo de los valles con sus frondosos sotos y ríos, las laderas con árboles dispersos y tierras de labor y en lo más alto el páramo.

Tras unos kilómetros circulando por el páramo, llegamos a un barranco que desciende rápidamente hacia la derecha.  Es un pedregal, pero resulta muy divertido.  A mitad del descenso, cuando encaramos la Hoz Seca, vemos un cartel que nos sorprende al informarnos de que estamos en la provincia de Guadalajara. El descenso por el sendero es cada vez más angosto y llegamos al fondo de la hoz. Esto no es Roncesvalles ni tampoco somos los 12 pares de Francia con Roldán, Oliveros y el arzobispo Turpín a la cabeza, así que, sin temor a la emboscada, nos adentramos en el desfiladero cogiendo un divertidísimo sendero que serpentea entre las dos moles de roca caliza que configuran el desfiladero.

Como estamos al abrigo y sale el sol, decidimos que es un buen lugar para comer, así que nos paramos junto a un antiguo aprisco construido en una oquedad de la roca.

Tras la agradable parada continuamos el suave descenso por el cañón y, algunos llegamos a la carretera. A la derecha, casi colgado del muro vertical está el monasterio de Nuestra Señora de Jaraba. Nos hemos equivocado y tenemos que dar la vuelta. 

Muy cerquita tenemos que afrontar una de las rampas más duras del día.  Es una pista que asciende por las paredes de la roca y que nos lleva a coronar el desfiladero.  Aprovechamos para reagruparnos casi al borde del abismo. 

Varios recuerdan que un poquito más delante está el lugar donde se cayó Carlos Gimeno.  ¡Buf! Da miedo. El sendero que discurre por el borde mismo del abismo así que hay que andar con ojo no sea que alguna rama te descabalgue y caigas ladera abajo. Continuamos por la misma cresta hasta llegar al otro cañón, en este caso del río mesa.  El descenso es muy pronunciado en zigzag y con piedras sueltas.  Imposible de bajar en bici, de modo que, lo tenemos que bajar pateando hasta la carretera. 

Continuamos la ruta por la carretera dentro del bellísimo cañón del río mesa. El rio discurre por el otro lado del cañon y a este lado hay multitud de pequeñas huertas, algunas con calabazas de varias arrobas, como las que obtenía en matemáticas.

Ya cerca de Calmarza afrontamos la subida al pueblo por un sendero que asciende hasta el mismo pueblo, pero Alejandro tiene un contratiempo al rompérsele la patilla. Afortunadamente tiene una de repuesto y logra cambiarla, aunque los cambios no terminan de funcionar bien, así que, se ve obligado a regresar a Ibdes por la carretera. 

En Calmarza nos paramos para visitar y hacer fotos a una cascada que se despeña con mucho caudal y ruido generando una nube de pequeñas gotas que humedecen el ambiente.  Foto de rigor y continuamos con la ruta.

Para regresar hacia Jaraba el track nos indica que cojamos un sendero que desciende hasta el río y discurre en su margen izquierda, pero, dadas las condiciones en las que ha dejado la DANA todos los cauces de estos ríos decidimos volver por la carretera.

La carretera que nos lleva a Jaraba discurre por el cañón del Mesa ahora más estrecho.  Pasamos junto a un par de manantiales de agua mineral y dos balnearios y el cañón se abre para presentarnos Jaraba.  Sobre las paredes de arcilla roja hay algunas antiguas casas construidas con adobe del mismo color que me recuerdan estampas más propias de Marruecos, así que aprovecho para tomar algunas fotos.

No puede haber un bar de pueblo más representativo que el de Jaraba.  Juega el Madrid y dos tercios de los habitantes están allí viendo el partido. Varias generaciones representadas. Alguno de nosotros se lleva una colleja por no dejar ver la tele. Es verdad que a nosotros nos importa poco el partido, así que nos tomamos un buen café algunos y unas buenas cervezas otros. De cualquier modo, a todos nos reconforta la parada y afrontamos con ánimo el último tramo de la ruta, en este caso bajo la lluvia, así que decidimos darnos prisa para mojarnos lo mínimo. Poco nos importa el barro y, según el alcalde, poco nos importa él también porque a la llegada nos da la brasa diciéndonos que le hemos dejado solo.  ¡Tiene razón! No en vano él es el guardián del orden gravitatorio universal y anda siempre en busca de la perfección absoluta. No podemos ser menos de 12 y, por supuesto, nunca fuera de Track.

(escrito por Carlos Moreno)


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Ibdes, origen de ruta


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