DATOS DE LA RUTA
HORA DE SALIDA: 09:01
HORA DE LLEGADA: 12:56
TIEMPO DE PEDALEO: 03:06
TIEMPO TOTAL EMPLEADO: 03:55
DISTANCIA RECORRIDA: 31.7 Kms.
TEMPERATURA MEDIA: 7.6 ºC ( mín.: 5.4 ºC máx.: 11.6 ºC ).
SENTIDO DE REALIZACIÓN: habitual
OBSERVACIONES: Estaba previsto subir a Cabeza Arcón, pero decidimos no hacer este tramo debido al viento y al frío. No obstante, David, Alejandro y Eduardo comenzaron la subida teniendo que abortar por rotuta de la bici de Alejandro, lo que les hizo tener que interrumpir la ruta y volverse por donde habían venido. Pinchazo previo de David con cambio de cámara incluido. Al no poder comunicarnos los dos grupos fueron cada uno por su lado.
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ASISTENTES: (7)
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caídas en la ruta: (0)
pinchazos en la ruta: (1)
averías en la ruta: (1)
... TÚ NO HAS VENIDO A MONTAR ...
La ruta de Guadalix suele ser bastante similar todas las veces que la realizamos, con subida hasta Bustarviejo por el Camino de las Viñas, todo para arriba, y bajada por las proximidades de la GR-10, zona de divertidos senderos para tan entusiastas madrugadores. En este caso, se añadía la subida a Cabeza Arcón, sugerencia de Emilio, que no viene a ver la debacle de su obra. Sólo un par de pateos, le dice al Alcalde, que sospecha que ciclar por esas alturas iba a ser tarea complicada.
Nos juntamos siete valientes en día festivo de la inmaculada Concepción, “Patrona de España y del Arma de Infantería de los Ejércitos del Rey Nuestro Señor”. El Patrón de España es Santiago. Buena pareja. Ya el otro día por las Hoces del Duratón vimos los “picaderos” clericales de tan insigne zona, y ya le estuve explicando a Juanito y alguno más dónde está el badajo de la Campana, el rabo de dios y todo eso…
Pero la ruta de hoy va por otros derroteros más laicos. Como dice Victoriano, no hay día que vengamos a Guadalix que no haya viento. Y en este caso era bastante y frío, con una sensación térmica de -2 grados. Templadito, vaya. Arrancamos cuesta arriba y nos adentramos en la Dehesa de Navalmadero, que hará las veces de Camino de ida y de vuelta en la apertura y en el cierre (para algunos obituario). Ya empiezan a oírse las voces que sugieren que la subida a Cabeza Arcón lo mismo era bueno dejarla para otro día, no vaya a ser que con el viento haga mucho frío en las alturas, no se le vaya a ir el mariconismo a alguno y algún rezo más. Me mantengo firme y opino que hay que subir, que no hay motivos salvo el ligero vientecillo de nada para pasar de largo, y que hace hasta solete.
Salimos del Camino de Miraflores y nos adentramos en el de Las Cantarillas, con alegría y buen humor a pesar del frío mañanero, que abandonamos por la Senda de La Sarguera para volver a incorporarnos como un kilómetro más tarde al Camino de Las Viñas. El Camino de La Sarguera se deja casi campo a través cuando comienza a bajar desviándose de nuestro destino hacia Los Navazales y Peña Rubia. Y campo a través vamos cuando nos encontramos una valla que antaño no se encontraba en el lugar, teniendo que bordear y remarcar el camino a seguir.
Vuelta al camino y en estas iba yo un poco más atrás con Míguel, cuando a la infame de mi rueda trasera se le ocurre perder el aire casi de golpe. Ya habíamos pasado el giro esquinero definitorio e íbamos con todo el viento en contra oteando Bustarviejo en la lejanía y a su derecha Valdemanco. Paro, inflo con el apoyo moral de Míguel, y trato de seguir, pero nada, la muy descarada se queda de nuevo más vacía que Madrid en Agosto. Pues nada, a cambiar cámara. Míguel, que iba vacunado y revacunado, por partida doble, me mira con cara de circunstancias y le digo que siga y que avise al resto de que estoy parado cambiando elementos blandos ruediles.
Me meto detrás de unos matorrales a ver si hace menos viento, y al menos consigo que al estar agachado manipulando rueda no me dé todo el huracán de cara. En unos 15 minutos cambio hecho, falta desinflar la cámara agujereada. Y nada, no hay forma de que salga el poco aire que queda dentro: antes no quería entrar, y ahora no quiere salir. No hay quien la entienda. Saco el obús a ver si a lo bestia sale, y nada. El líquido congelado, haciendo tapón. Pues nada, a ver si en Bustarviejo hay un contenedor a mano y la tiramos. Sigo camino y subiendo contra corriente ventosa.
Llegada a Bustarviejo a postrer hora y reencuentro con los soldados viejos que conmigo empezaron la ruta hace ya tiempo, agachaditos y dándose calor en un rinconcito al lado de un muro. Una escena muy diva. Se come y salida todavía en subida hacia Peña Arcón, que los condenados no quieren hacer. Parece ser que han decidido no subir, en plan motín a bordo, cuando estaba cambiando la cámara, pero no me dicen nada, y tiro para arriba.
Cuando llevo la primera rampa de dureza excepcional, se oye el “hasta luego David”, pero con mal calculado fallo en el hecho de que tanto Alejandro como Eduardo siguen a este cronista en la ascensión. Empiezan también los “a dónde vas, Caifás” y otros comentarios desde los graderíos bajos, y Alejandro que me dice que le va mal el cambio. A todo esto iba comentando con Eduardo, al que no le había quedado clara ni la broma ni el acorte, que nos íbamos a dar la vuelta en la tercera rampa (Puerta del Cura), justo cuando empieza la pedrera, y ya les pillamos en la bajada senderil.
En ese momento, en la segunda rampa (La Alberiza), Alejandro nos pasa y se para de golpe. La bici se le ha roto. La transmisión tronzada en la parte de atrás. Se baja, le da la vuelta a la bici casi volándole la cabeza a un niño senderisto que iba con su padre. Se mascaba la tragedia. Sólo de ver el cuadro pintoresco de la escena se denotaba que mucha solución no había. Eduardo se esforzaba en buscar ideas conmigo para solucionar el tema, pero nada, se había roto hasta un trozo de carbono del cuadro y los dos tornillos de la patilla. Todo reventado, y la pata del cambio trasero con una pinta que a mí particularmente no me cuadraba nada, doblada por algún sitio irreconocible. Dantesco.
Tras media hora más o menos de darle vueltas al tema, se decide que la única solución factible es poner el asunto a piñón fijo y bajar por donde hemos subido, ya que en el caso Alejandril no estaba la cosa para senderitos: no tenía el rabo para farolillos. Tronchamos, con Alejandro metiendo presión con su nerviosismo innato, y le convencemos de que en lugar de buscar en Bustarviejo un aborigen con furgo que le baje que se venga por donde subimos, que es casi todo para abajo. No le dejamos allí Eduardete y este Kerubín de puro milagro por pesao, y casi nos vamos a hacer los senderos, pero entró en razón.
El resto de la comitiva fue por los senderos, que en este caso discurrían a la derecha de la GR-10, pasando a la izquierda a la altura del Cerro del Hornillo, para adentrarse en la Dehesa del mismo nombre recorriendo las Veredas de Los Navazales y Las Majadas de Belén para retornar al camino de ida y vuelta de la Dehesa de Navalmadero. Y de ahí a Guadalix, cruzando el insigne río que da nombre a la población. Llegaron un rato antes que los averiados.
En mi caso, entre el arreglo pinchacero y la reparación patillera, se me puede aplicar el final del chiste que reza “¿... tú no has venido a montar ...?”. No tengo muy claro para qué me he levantado de la cama esta mañana. Será la compañía. Algunos nos vamos, otros se quedan a algo tomar, y brindar, por las cosas de montar.
(escrito por David Verdes)
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