Valdemorillo, radares de Fresnedillas, Canal de Picadas 11-02-2024

Valdemorillo, radares de Fresnedillas, Canal de Picadas 11-02-2024

DATOS DE LA RUTA


HORA DE SALIDA: 09:02
HORA DE LLEGADA: 12:36
TIEMPO DE PEDALEO: 03:13
TIEMPO TOTAL EMPLEADO: 03:34
DISTANCIA RECORRIDA: 37.8 Kms.
TEMPERATURA MEDIA: 5.0 ºC ( mín.: 3.5 ºC máx.: 11.2 ºC ).
SENTIDO DE REALIZACIÓN: habitual

OBSERVACIONES: Miguel Sánchez se hizo casi toda la ruta solo al no esperar al grupo por tener prisa. El resto fuimos esta vez bastante agrupados. Javi Ignacio tuvo un pequeño problema con su amortiguación delantera.

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ASISTENTES: (18)

 

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Adolfo
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Carlos Gimeno
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Carlos Moreno
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César Rodríguez
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David Verdes
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Fredy
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Ignacio Ibarrola
caida
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Javi Ignacio
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Joaquín Moya
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Juan
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Juan Pablo
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Miguel Sánchez
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Nico Hojadelata
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Ramón
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Roberto Perdido
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Roberto Sánchez
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Víctor
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Waka

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pinchazos en la ruta: (0)

averías en la ruta: (1)

 

ENTRE ARROYOS, SOTOS, ENCINAS, BOLOS DE GRANITO Y MUSGO

Cuando salgo de casa el termómetro oscila entre los cinco y los seis grados, aunque amaneció nublado, el día pinta bien.  Me decido a viajar relajadamente porque he salido con tiempo suficiente, así que me pongo un podcast y escucho atentamente, tanto, que me paso de la salida y, finalmente, doy un rodeo y llego casi hasta El Escorial.  Menos mal que iba con tiempo suficiente. Bueno, al menos, me voy haciendo una idea del entorno e imagino como será la ruta de hoy. La dehesa madrileña se me presenta verde, salpicada de fresnos y encinas ralas y jalonada de muros de mampostería granítica. Las nubes no me permiten apreciar si desde Valdemorillo se ve el monte Abantos.

En esta ocasión, la zona de aparcamiento en el punto de partida no es lo suficientemente amplia como para acoger a todos los compañeros que vamos llegando por goteo, de modo que nos dispersamos un poco.

Salgo del coche y me sorprende el frío, por lo que vuelvo a entrar para mirar el termómetro. Veo que marca tres grados, tres menos que en Madrid. Entonces, me viene a la mente ese antiguo refrán castellano: “En febrero busca la sombra el perro, pero es a finales, que no a primeros”. Estamos a once de febrero, aunque los almendros ya están floreciendo desde hace un par de semanas, aún es pronto. Además, el día está gris, gobernado por un cielo plomizo que, según las previsiones, podría descargarnos la lluvia a eso de las doce.  Conviene, por tanto, demorarse lo mínimo.

Termino de prepararme y me acerco al punto donde nos agrupamos todos. Me alegra saludar y volver a encontrarme con los compañeros de afición para iniciar una nueva aventura: Juanpa, Verdes, Waka, Miguel Ángel, Freddy, Ramón, Javi Ignacio, Ignacio, Víctor, Roberto, …, y por supuesto también, Adolfo (ZIPI) y Juan (ZAPE).  Vaya parejita que forman. Un consejo para los últimos en llegar al grupo: ¡Nunca bajéis la guardia!

En esta ocasión iniciamos la marcha dieciocho bikers tomando una amplia pista que sale desde Valdemorillo hacia el noroeste. Un cartelito indica que circulamos por el GR Príncipe Pío – El Escorial es parte de la ruta imperial de Madrid.

El ambiente es húmedo y el entorno verde y gris. Verde de los prados y del musgo que cubre las piedras de los muros y gris del cielo y de los bolos de granito que, de vez en cuando, asoman entre la arena apelmazada del suelo.  En esta zona de la sierra, la arena no es arcillosa y compacta y drena muy bien, de modo que el rodaje resulta muy agradable. Sin embargo, al poco llegamos a una zona de charcos donde el barro se pega a las ruedas y constatamos que el cambio de ruta que se hizo en el planning resulta muy acertado. ¡Chapeau por la organización!

Seguimos subiendo una cuesta no muy pronunciada y dejamos a la derecha la cruz del Cristo de la Sangre que me recuerda a uno de los cruceiros que son seña de identidad del paisaje gallego. El ambiente húmedo y el cielo complementan esa ilusión gallega. Al poco culminamos y descendemos para vadear el primer arroyo del día, el arroyo de Valquemado.  Lo vadeamos sin dificultad y volvemos a subir otra pequeña cuesta para volver a descender hasta el arroyo de Fuentevieja, el segundo del día. En esta ocasión, el agua se ha estancado y ha creado una pequeña ciénaga que cada cual afronta por donde mejor halla.  Se vadea con no mucha dificultad, si bien, Roberto Amelivia ha elegido mal y termina enfangando la bici. Consecuentemente se ve obligado a apoyar el pie y lo hunde hasta el jarrete. Mal asunto para los sabañones, aunque a él no le asusta, ya demostró ser más fuerte que el Vinagre de Cariñena cuando fue mordido por una víbora en tierras leonesas ¿Qué habrá sido de la pobre víbora? Igual sobrevive a base de sopas de ajo como un abuelo. Roberto, cuidadín con los animalistas. Poco margen para la broma.

Continuamos pedaleando por la pista (hoy toca ruta pistera) en dirección oeste.  Al norte se ve como las nubes envuelven y pasan entre las dos machotas, los cerros más altos del paraje. De vez en cuando, a la izquierda y a la derecha, surgen pequeños caminos que mueren en caseríos de fincas ganaderas diseñadas en beneficio de la explotación y en detrimento de la estética. De vez en cuando nos lo recuerdan los grupos de mastines que se acercan para fijar con éxito los límites de su territorio. Por fin llegamos a una bifurcación y giramos a la izquierda en dirección sur. Según parece, se trata de la Cañada Real Leonesa. Me vienen imágenes evocadoras de otros tiempos complementadas con la imagen de multitud de regatos y pequeñas charcas adyacentes que rematan un paisaje intensamente verde en un ambiente muy húmedo.

Al poco llegamos al tercer arroyo del día, el Arroyo de Puentedelgado, que se desparrama justo en medio de la pista donde ha creado una ciénaga mezcla de lodo y estiércol vacuno ¿Por dónde lo vadeamos? Algunos buscan un paso más accesible por la derecha y otros animan a Freddy con mucha sorna a mostrarnos el camino.  Por la derecha no es viable, así que alguien se decide y cruza de frente, to tieso, como si fuera un Humvee de los SEAL americanos. Al ver la solvencia con la que lo ha vadeado, los demás nos decidimos y pasamos en fila de a uno.

¡Maldita sea! No sé qué he hecho, pero me he mojado el pie izquierdo al completo ¡Buf! Qué fría está el agua.  Por lo que veo no soy el único y muchos del grupo sentimos lo mismo.  Pienso en Ibarrola y sus compañeros de aventura en el río Lobos ¡Madre mía! Atravesaron el desfiladero con los pies chorreando a una temperatura de menos siete grados.  Ignacio ¿Llevas calcetines de repuesto?  Le pregunto por si me hicieran falta y me contesta que sí, que ya forman parte del kit habitual… pero no me atrevo a pedírselos, lo nuestro comparado con sus siete bajo cero sería cosa de gentes con voces más aflautadas.

Continuamos por la pista en dirección sur donde llegamos a una nueva bifurcación que tomamos a la izquierda para vadear un nuevo arroyo, el De Los Morales. Pronto llegamos a una urbanización y César pregunta que qué pueblo es. Freddy le contesta en verso que se trata de Navalagamella. Cómo se nota que este grupo ha leído mucho el Renaciemiento.  Sin embargo, conoce algo menos de geografía porque las urbanizaciones resultan ser de Fresnedillas de la Oliva.

Continuamos hacia el sur junto al curso del Arroyo de la Yunta que vadeamos sin dificultad y nos paramos junto a una valla que nos ha abierto Miguel Ángel quien nos llama desde abajo para que nos decidamos a seguir. Tiene la cámara preparada, necesita contenido para su próximo vídeo y, además, tiene prisa.  Hoy tiene un compromiso y le gustaría volver pronto.  Desgraciadamente, con un grupo tan numeroso, no resulta fácil poner a todos de acuerdo. Algunos quieren continuar a la derecha para hacer la foto y algún otro, con sonrisa sarcástica, le dice que se ha equivocado y que debe volver a subir. Hay un conato de motín, pero el alcalde se impone y la grey temerosa de Dios sigue al pastor hasta la estación de seguimiento espacial de Fresnedillas para hacer parada y foto de grupo.  Miguel Ángel decide descarriarse y continúa por su cuenta, los compromisos mandan.

A pesar de las gigantescas antenas, no hay contacto con el espacio interestelar ni tampoco encuentros en la tercera fase, así que volvemos a pedalear para llegar al mismo sitio describiendo un bucle entre terneros y vacas que nos miran atónitas sin llegar a comprender. Volvemos al mismo punto donde Miguel Ángel nos dejó y continuamos la ruta pistera, esta vez tomando dirección al Este.

Después de un par de kilómetros contorneamos la finca “Los Enebros”, precioso lugar de ejercicios espirituales, recogimiento y paz y tomamos dirección sur. Salta a la vista que nuestro grupo, manantial de pureza y candor y de natural inclinado a la piedad, no necesita del retiro y rezo para aliviar el alma, así que nadie abandona y “prietas las filas, recias, marciales nuestras escuadras van…” camino del arroyo de las veguillas que cruzamos sin dificultad por el puente de la M-510.

Algunos nos preguntamos si no paramos a comer y otros apuntan que David Verdes está a un tris de ponerse agresivo, de modo que, sin más dilación, y tras coger dirección noreste otra vez, en la primera praderita que encontramos nos paramos a reponer fuerzas.  El mazapán de Nicolás Hojadelata, las coñitas y las chanzas amenizan el rato hasta que hace su aparición estelar el psicólogo del grupo, Cum Laude en el Master de Harvard para motivación de equipos ¡Preparaos para lo que viene! ¡Os vais a enterar de lo que son las cuestas de hormigón rugoso! Le hago una observación y me responde con mucha sorna que lo que queda es un falso llano… Lástima no estar en Fuenteovejuna ¿Aquél era el alcalde o era el comendador?

Tras un par de curvas, giramos a la derecha y se nos presenta la bajada hasta el arroyo de la Dehesa y al frente el muro todo erecto, apelando a lo viril ¡Vaya cuestaca!

Me decido sin dejar hueco a las dudas, sin querer pensar y, tras pasar por el puente del arroyo, inicio la subida y al instante me doy cuenta de la dureza de la pendiente. Sigo la estela de los eléctricos, pero cuando he completado una tercera parte, siento tentaciones de parar. No sé cómo, pero saco fuerzas de lo más profundo y llego arriba con las piernas casi bloqueadas y al máximo de pulsaciones. Tras unos instantes para recuperar el aliento, algún eléctrico comenta que el garmin le ha marcado una pendiente del 24% ¡Qué barbaridad!

Sin duda se trata del falso llano.

Vuelve a aparecer el motivador de equipos y para alentarnos nos dice que nos preparemos que no se ha acabado aún y que quedan otras dos cuestacas, más las que vienen después… ¡Hay que mandarlo de vuelta a Harvard!

Continuamos bajando una ligera pendiente y, ciertamente, regresa el suplicio del hormigón rugoso.  Otras dos cuestas nos hacen mella y la fatiga empieza a manifestarse. 

Continuamos por la pista del canal de Isabell II llamada “Conducción Picadas-Majadahonda”. Paramos para reagruparnos en el embalse de Cerro Alarcón y para recuperar. 

No dura mucho el descanso porque en breve afrontamos otra cuesta pavimentada con el maldito hormigón rugoso que atraviesa una urbanización.  Unos vecinos que pasean con sus perros nos animan: ¡Vamos que pica mucho, pero es corta! Es cierto, la cuesta es más corta, pero la fatiga se hace notar para todos, salvo para los eléctricos y también para Javi Ignacio, nuestro peso pluma, que sube con su habitual candencia rítmica y elegante.

Atravesamos urbanizaciones pedaleando por el camino de servicio del canal de Isabel II y por fin llegamos a una encrucijada donde paramos otra vez para reagruparnos.  Mantenemos una animada charleta hasta que llegan tres campeones (dos eléctricos y un pulmonías) y se tiran el pisto casi a voz en grito: ¿Subimos esa cuesta de las piedras y después hacemos el Mortirolo? Carlos Gimeno, que los escucha, se indigna y dice que no subirán. Acierta de pleno, una vez que han conseguido captar nuestra atención, se las piran por lo más llano con el rabo entre las piernas. Según Carlos Gimeno estamos en un lugar con un alto índice de GPM.

Dejamos a la izquierda la Charca de la Cañada Real Segoviana formada por el Arroyo de Valdeyerno y giramos hacia el norte iniciando una suave pero constante subida. Al coronarla se nos presenta un páramo con un aeródromo a la derecha y, a la izquierda, el Motocross Madrid Park.  Es día de carrera y tenemos la oportunidad de maravillarnos, mientras pedaleamos, con los llamativos saltos de las motos.

Superado el llano, giramos a la izquierda y, cuando parecía que ya llegábamos al final, resulta que debemos subir una vez más una inesperada pendiente que, tras la fatiga acumulada, se hace mucho más dura de lo que parece.

Por fin, la pendiente se invierte y avistamos Valdemorillo, un poco más abajo, a unos ochocientos metros. 

La entrada al pueblo es gloriosa.  Están de fiestas, hay mucho ambiente y, sin darnos cuenta, nos encontramos entre talanqueras contorneando la plaza de toros de La Candelaria ¡Espero que haya terminado el encierro!

No huele a toro, pero si a somarro asado… mmmmm se nos hace la boca agua y Freddy comenta:

“Cuantos más vegetarianos haya mejor para nosotros, a más tocamos”

Buf… ¡Mi reino por una cerveza!

Menos mal que ya está cerca el parque de la Nava donde habíamos aparcado. Mientras cargamos las bicis y nos preparamos para tomar las merecidísimas cañitas, tras tamaña prueba de esfuerzo, aparece Pedro con su bici flaca que nos saluda muy amablemente, pero dice que no se puede quedar para el bebercio.  Como diría Freddy: ¡A más tocamos!

Hacía tiempo que las cervezas no me sentaban tan bien, además la camarera fue muy amable, tanto o más que Los Fernández. Ganas me dieron de tener una alfombra a mano, porque el pavimento era de hormigón, tal vez incluso rugoso.

(escrito por Carlos Moreno)


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Preparativos para la ruta (Valdemorillo)


Preparativos para la ruta (Valdemorillo)


Preparativos para la ruta (Valdemorillo)


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Preparativos para la ruta (Valdemorillo)


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Comienzo de ruta (Valdemorillo)


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